martes, 20 de diciembre de 2011

En dias como estos

Hasta otro diciembre, si no tenía comida, si no quería estar sola, si me aburría, si la extrañaba, solo agarraba mi tarjeta y me apuraba hasta el paradero evitando el sol. Me enojaba si la micro se demoraba mucho porque ya iba atrasada y ella siempre me esperaba puntual, si no, salía a buscarme desafiando el verano odioso solo con su sombrero blanco. Ahora la recuerdo tan indefensa, aunque los años no le pesaron hasta el final. Al llegar me cocinaba algo simple para mis gustos de niña mañosa y comíamos juntas viendo alguna mala teleserie de la que nos reíamos a cada grito exagerado. Después la acompañaba mientras leía su diario sensacionalista del que siempre me burlé, pero cuando ella terminaba, me lo leía igual, así podíamos conversar de lo mismo. A veces salíamos a caminar cuando bajaba el sol, nunca muy lejos y solo en días especiales nos aventurábamos a cruzar la carretera a tomar un helado, el suyo siempre era de lúcuma con mucha azúcar.
Al volver me dedicaba a molestar a los gatos, los 3 gatos que eran de nadie, pero a veces eran de ella. La Pitu, la más chica, era como yo, iba todos los días muy temprano, comía ahí, descansaba en los sillones y a veces se quedaba a dormir. Ahora desapareció, igual que yo. Me gustaba quedarme ahí siempre, nadie gritaba, nadie exigía nada y era más fácil entregar.
No logro dejarte ir, no logro volver a armar mi vida sin ti. Lo siento mucho.

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