jueves, 4 de noviembre de 2010

Carta en el momento equivocado

No se si alguna vez leerás esto, una parte de mi espera que si, pero la otra ruega que no, ya que sabe que te lo gritaré a la cara en algún momento de la vida, cuando las cosas vuelvan a explotar, no antes. Yo no tomo iniciativas con rabia o pena, tu no las tomas jamás.

Sabes, uno de los mejores momentos de mi vida fue cuando tuve tu confianza entera, cuando sin aviso ni explicación aparecía en mi mochila una carta en hoja de cuaderno, con tu letra apretada y redonda, que mantienes hasta el día de hoy. Siempre envidié tu "estabilidad". Dentro de lo débiles que éramos en ese momento nos entregamos fuerzas la una a la otra mediante esas cartas, que no solo contenían letras, sino que era todo nuestro corazón, nuestra vulnerabilidad tan escondida bajo ese montón de ropa negra. Aún ahora sigo pensando que te fallé, que en parte me merezco lo que está ocurriendo, debí ser sincera. Lo se. Lo se, pero tenía, y aún tengo, mas miedo del que puedas imaginar. Algún día supongo que lo entenderás, cuando pueda contarte la historia. Depende de mi, y también un poco de ti.

Cuando vi que te alejabas, vi también como una parte de mi se iba contigo, en esas cartas. Perdí mas de 21 gramos este año, creo que los sabes, si los sumas a los que perdí antes, creo que debiera desaparecer, no lo hice jamás, porque tenía en donde apoyarme. A pesar de todo se está abriendo una grieta en esa roca solida que no soy capaz de cerrar, ya que cerrarla me obliga a cambiar mucho de lo que sabes de mi. Tu aceptaste con tranquilidad la maravillosa historia que te conté, y solo años mas tarde te diste cuenta que algo estaba mal. Aún no sabes lo que está mal, pero lo veías en mi sonrisa, en mis ojos, me lo dijiste una vez y jamás lo pude olvidar.

Ahora se nos viene difícil, ¿o no? Tu tendrás que aceptar quien soy, tendrás que olvidarte de ese deseo imposible de cambiarme, porque lo que me pasa es un sentimiento, no una decisión, algo que siempre supe, pero que nunca te dije, no se porque. Y yo... yo tendré que aprender a perdonar, porque no poseo olvido ni perdón, mi mala memoria no funciona por esos lados.

Hemos pasado por muchas cosas, y no quiero que se acabe aquí. Perdería unos gramos más, y también, como me dijeron por ahí, un poco del color de mi piel.

Nos vemos.

Ny.

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